Fotógrafa, robo almas. Sobre todo desde el foso.

domingo, 12 de junio de 2011

La vida en lugares pequeños

Otra faceta que no hemos tocado es la de fotografiar en salas pequeñas. No hay foso, con lo que hay que llegar con tiempo y coger sitio delante. Una petición: si estáis viendo un concierto y llega un fotógrafo rezagado y os pide amablemente que le dejéis echar un par de fotos, que se va en seguida, si queréis, sólo si queréis, estaría bien que le dejarais trabajar. Ahora bien, si aparece empujando y enarbolando su cámara como si fuera un pase VIP, exigiendo hueco, por favor, eliminadlo. Es esa gente la que nos da mala prensa y predispone al público en nuestra contra. ¡Y con razón!
Pues bien, el contacto con los músicos en las salas pequeñas es aún más íntimo. Permite, siempre dependiendo de la luz, nuestra gran aliada o enemiga, obtener matices especiales de su actuación, expresiones de complicidad con el público que muy difícilmente aparecen en un macroconcierto. Uno de los conciertos que más me ha gustado fotografiar fue el de Imelda May en la pequeñísima Moby Dick. Nunca más esta artista actuará, me temo, en un local tan íntimo. Nunca más obtendré imágenes como la de aquel día, tan cálidas y plenas de pasión.